Tribuna de Antonio Sánchez, Presidente de Propollo, para Especial 20 Aniversario de la revista AgroNegocios.
Hace 20 años, cuando nació AgroNegocios, muchos de nosotros afrontamos “nuevos retos para nuevos tiempos” bajo los titulares del paso de siglo y de milenio. Y aunque algunos formamos parte de una generación que ha vivido sobre varias transiciones, desde la política a la económica, nos tocaba abordar una nueva transición centrada en la tecnología y la globalización.
Hoy, todo lo que habíamos aprendido, todos los retos que veníamos superando, se han convertido en las herramientas imprescindibles para afrontar un nuevo escenario que nos toca redibujar juntos con motivo de esta crisis. Y quiero hacerlo con optimismo, pero también de forma crítica.
Tengo el honor de representar al sector avícola, que ha sido ejemplo de este periplo de resiliencia a lo largo de los años, y que siempre ha respondido con responsabilidad, talento e innovación.
Durante los momentos más duros de la pandemia nos apuntaron muchos focos, conscientes de nuestro papel como industria proveedora de un producto tan esencial en la cesta de los ciudadanos.
Agronegocios
Millones de aves llegaban en marzo a los consumidores gracias al esfuerzo de miles de familias en toda España, que se merecen un reconocimiento especial, unidos por un sentimiento impresionante de solidaridad.
Nuestro sector representa hoy una industria reconocida por la calidad de sus productos, por la capacidad de adaptación de sus instalaciones a las exigentes normativas sanitarias nacionales e internacionales, por una red logística que permite poner más de 1,600.000 toneladas de carne de pollo, pavo y otras aves en cualquier parte de la geografía nacional.
Nuestros profesionales han apuntalado en la formación, la digitalización y las nuevas formal de trabajo más colaborativas una parte de esa transformación necesaria. Hoy somos además una industria más diversa, comprometida con el medioambiente y la eficiencia energética, y que muestra con orgullo sus políticas en materia de bienestar animal.
VOLVEMOS A ESTAR SOLOS
Pero afrontamos esta crisis con algunos aspectos no tan positivos, si bien está en nosotros aportar las respuestas. El primer punto es la correlación entre nuestra consideración como actividad esencial y motor económico con el apoyo que recibimos. De forma reincidente administraciones públicas europeas y nacionales posponen soluciones para un sector que representa el 23% del consumo de carne en este país, con una generación de riqueza de más de 2.300 millones de euros anuales, y para el que la caída del sector Horeca y el turismo puede suponer pérdidas superiores a los 600 millones de euros. Y volvemos a estar solos, sin ayudas o soporte alguno.
El segundo punto se encuentra en nuestra capacidad para exportar. El sello de calidad del pollo español nos va a permitir abrir nuevos mercados, pero lo hacemos en uno de los peores momentos, con presiones en forma de precios bajo coste desde países protegidos por acuerdos fuera de contexto actualmente. La cohesión y la responsabilidad de toda la cadena de distribución y de restauración es más necesaria que nunca para responder no solo al sector, sino a los consumidores, con lo que esperan de nosotros: producto y servicio.
Pero volvamos a la esencia de este artículo: la esperanza. En momentos como éste ponemos a disposición de la sociedad nuestro compromiso. Abrimos nuevos espacios para compartir experiencias en tomo a un producto tan social y ligado a nuestras emociones.
Consumir pollo ha estado ligado a nuestro confinamiento y también a la desescalada. Estará en nuestras mochilas cuando retomemos los paseos con nuestros hijos por el campo, en las cenas de un verano tan extraño como éste, o en la celebración familiar que volvemos a recuperar tras mucho tiempo, con un buen pollo en la mesa.
Está unido a nuestra dieta mediterránea, versátil, genuino y a la vez exquisito para ser un icono de nuestros más prestigiosos chefs. Por lo tanto, además de dar la enhorabuena a AgroNegocios por este 20 aniversario me uno a una celebración mayor. La confianza en afrontar una nueva década en una nueva normalidad.